Fra Angélico (1387-1455)

FRA ANGELICO (1387-1455) PINTURA RENACENTISTA ITALIANA ESCUELA FLORENTINA

Fra Giovanne de Frisole o Fray Angélico, nació en Vicchio, pueblo cercano a Florencia, en 1387 y falleció en Roma en 1455.

Ya antes de ingresar, a los 20 años de edad, a la Orden de Santo Domingo, había demostrado su placer por la pintura. Pasó su noviciado en Cortona y, desterrados de Fiesole los frailes de su comunidad, pudo estudiar, teniendo a la vista el lago Trasimeno, los frescos del Giotto en Foligno, cerca de Asís, en la región de Umbría.

Los temas de Fray Angélico son siempre religiosos. Aunque no buscó innovaciones en una técnica que podía pensarse superada, sus tablas y frescos conservan el brillo y la frescura que exhibían al tiempo de darles la última pincelada.

Realizó muchos retablos para altares, que se conservan en buen estado. Los desarrollaba según la idea de una única composición central, con hermosas predellas o fajas de composiciones en miniatura a modo de pedestal de innumerables figuras minuciosamente detalladas hasta en los mínimos aspectos de su fisonomía y su ropaje sobre fondos claros, dorados o celestes, en una gama multicolor resuelta en la profusión de la luz.

Son obra del fraile los frescos del Convento de San Marcos que los dominicos poseían en Florencia, con una figura de un santo dominico en cada celda a modo de ejemplo para su futuro ocupante o con escenas del Evangelio, resplandeciendo en el corredor dos maravillosos frescos, el de la Virgen en perspectiva de pilastras y el de la Anunciación.

Su fama hizo que lo requiriera el Papa en Roma. Intacta se conserva en el Vaticano la capilla privada del Papa Nicolás V, completamente pintada por Fray Angélico, con escenas de la vida del primer mártir cristiano, San Esteban, y de San Lorenzo, también mártir.

En el Convento de San Marcos se conservan otras de sus obras, desde La Crucifixión de la Sala Capitular hasta las imágenes de los principales santos de la Orden ubicadas encima de las puertas del claustro, constituyendo estos frescos el conjunto más importante de las obras de quien murió en Roma y fue sepultado en la Iglesia de la Minerva, honrando su tumba el Papa humanista Nicolás V con el epitafio que escribió para él.

Dejó discípulos como Benozzo Gozzoli, que mantuvo los colores brillantes, la gracia ingenua y el detalle en las figuras.